viernes, 10 de agosto de 2018


me gusta llegar temprano
a mi turno con el Psiquiatra
al lado del consultorio
hay una placita
tapizada de verde
con graffitis hiphoperos
imbuidos de esa belleza áspera
que da la marginalidad;
se ven las vías del tren
abandonadas
y eso me da cierta nostalgia

la gente se asusta
cuando digo que voy al
Psiquiatra
hay algo de perverso en ese nombre, lo se
una amenaza de esquizofrenia
trepidante

en la plaza
los viejitos del barrio
se sientan a tomar mate
mientras sacan a pasear el perro
aprovechan el solcito invernal
que se esconde temprano
yo prendo un pucho
y me dedico a contemplar
el espectáculo

la primera vez que vine
al Psiquiatra
hacía calor
no le presté atención a la placita
llegué llorando
lloré toda la cita
volví llorando a casa

había estado llorando todo enero
un enero que pareció toda la vida
todo enero llorando y esperando
queriendo
que me estallara la cabeza
así,
bien literal

el diagnóstico fue preciso:
depresión inducida
por burn out
y algunos episodios muy concretos
esquizofrenia
habría tenido más punch,
cómo negarlo
pero qué puedo hacer
hasta para enferma mental soy aburrida
y de término medio

después el Psiquiatra
me dio los caramelos más dulces
que alguna vez haya probado
ya se
que las golosinas no alimentan
pero cómo engañan el estómago
y la mente

llegás a ver
el lado luminoso
de la mierda

ahora el Psiquiatra
me dice que es momento
de reducir la dosis
sonrío, digo
que en el trabajo todo está muy bien
aunque mi matrimonio va en picada
que voy a hacer terapia
que ya me siento mejor,
mucho mejor

pero en el fondo se
que ahora sí
ya es tiempo
de quedarse en casa

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The entire history of us

creo que esta vez perdí   pero siempre voy a tener tus ojos volteándose para mirar mi pelo largo y suelto como si por primera vez me vieras