el agosto radiante
del almendro

me anuncia que ya es hora

partir
el mundo en dos,
abrir

los brazos de par en par a lo que adviene

y es tan dulce ver cómo los retoños
reclaman
el desierto que cede

y es tan dulce dormirme así,
con el sabor del sol en las pestañas

te canto:
tomame

ahora

porque mi amor es intenso,
pero efímero

mi amor es un torrente

y dibuja un bozal todas las noches
para vencer las sombras,

el silencio

el rictus ascendente de mi boca
quiso menguar la cicatriz furtiva

-dejame entrar ahí,
ahí
a los labios rasgados de lo inaprehensible

no alcanza
con destilar lujuria:
a veces
la medida justa
suele ser

inexacta

como un vaso vacío
que se incendia
en el rincón absurdo,

la presión omnisciente de lo externo
la alteridad latente en la palabra

y sangro,
pero soy una adolescente
fluorescente

todo confluye al fin

mi obscenidad es la certeza

ya sabés,
ya te dije
que alguna vez fui gato
o voy a serlo

en la añoranza vaga de una vida pasada,
en la promesa ténue de una vida futura

no importa cuál sea el caso,
porque también sabés
porque también te dije

que no creo en existencias ulteriores o previas,
infiernos, paraísos, purgatorios,
mantras, tulpas ni orientalismos varios

yo solamente creo en lo que hay

y lo que hay
es esta soledad que me desborda
este tedio asfixiante
la persistencia absoluta del silencio
y la cama desnuda
que me espera

pero ya lo sabés,
porque ya te lo dije

mi único refugio
es

el poema