el agosto radiante
del almendro
me anuncia que ya es hora
partir
el mundo en dos,
abrir
los brazos de par en par a lo que adviene
y es tan dulce ver cómo los retoños
reclaman
el desierto que cede
y es tan dulce dormirme así,
con el sabor del sol en las pestañas
te canto:
tomame
ahora
porque mi amor es intenso,
pero efímero
mi amor es un torrente
y dibuja un bozal todas las noches
para vencer las sombras,
el silencio
2 comentarios:
A esa hora aturde el silencio, ya está hablado.
Excelente.
Excelente dato! Sí, el credo es el epítome de la milenaria carrera de contradicciones de la que nuestra obedientemente amada Iglesia no se cansa nunca de correr, aunque sea hacia atrás.
Ahora, si el after-hour de la vida es en este o en otro plano, lo ignoro con firmeza; sólo sé que esto con lo que ahora escribo tiene la fecha de caducidad en algún lado.
En criollo: envase descartable.
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